martes, 25 de enero de 2022

Rusia, Europa, Estados Unidos frente a frente. Otra vez por territorios

Ucrania, 25 enero 2022.- La crisis de Ucrania trae ecos de la Guerra Fría y reaviva una idea de la Conferencia de Yalta de 1945: que Occidente debe respetar una esfera de influencia rusa en Europa Central y Oriental.

Desde que asumió el poder en 2000, el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha trabajado de forma constante y sistemática para revertir lo que considera la humillante ruptura de la Unión Soviética.

Mientras acumula tropas junto a la frontera de Ucrania y celebra maniobras militares en Bielorrusia, cerca de las fronteras de los miembros de la OTAN Polonia y Lituania, Putin reclama que se vete de forma permanente el derecho de Ucrania de unirse a la alianza occidental y que se limiten otras acciones de la OTAN como destinar tropas en países del antiguo bloque soviético.

La OTAN ha dicho que las demandas son inaceptables y que unirse a la alianza es un derecho de cualquier país y no una amenaza a Rusia. Los detractores de Putin alegan que lo que de verdad le preocupa no es la OTAN, sino la de una Ucrania demócrata y próspera que pueda ofrecer una alternativa al gobierno cada vez más autoritario de Putin.

Las actuales demandas de Rusia se basan en la antigua percepción de agravios de Putin y su rechazo a que Ucrania y Bielorrusia sean países soberanos y realmente independientes en lugar de formar parte de una patria rusa lingüística y ortodoxa, unidos o al menos afines a Moscú.

En un tratado sobre el milenio publicado el verano pasado, y titulado “La unidad histórica de rusos y ucranianos”, Putin mostró su estrategia. Insistió en que la separación actual de Rusia, Ucrania y Bielorrusia en estados separados es artificial, debida principalmente a errores políticos durante el periodo soviético y, en el caso de Ucrania, impulsada por un malévolo “proyecto antirruso” respaldado por Washington desde 2014.

Su visión ruso-céntrica de la región plantea una prueba crucial para el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que ya lidia con crisis en varios frentes en su país: la pandemia del coronavirus, el repunte de la inflación, un país dividido con un gran grupo del electorado que se niega a reconocer su presidencia y un Congreso que ha bloqueado muchos de sus objetivos sociales y climáticos.

Biden ha descartado una intervención militar para respaldar a Ucrania, y en cambio, ha desplegado una intensa ofensiva diplomática y movilizado a los aliados occidentales para respaldar lo que promete serán graves y dolorosas sanciones contra Rusia si se atreve a invadir Ucrania.

La estrategia de Putin ha sido recrear el poder y la esfera de influencia definida que perdió Rusia con la caída del Muro de Berlín, al menos en la zona de la antigua Unión Soviética.

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