viernes, 17 de septiembre de 2021

Gobierno de Biden forma alianza militar con Australia; hace enojar a Francia y la UE

Washington, USA, 17 septiembre 2021.- La decisión del Presidente Joe Biden de formar una alianza estratégica Indo-Pacífico con Australia y el Reino Unido para hacerle frente a China provocó reacciones negativas por parte de Francia y la Unión Europea. Se sienten excluidos y ven esta acción como un regreso a la era del exmandatario Donald Trump.

La iniciativa de seguridad, que fue presentada esta semana, parece haber traído un fin al “amor de verano” de Biden con Europa. El Acuerdo Aukus que notablemente excluye a Francia y a la Unión Europea (UE), es una en una lista de acciones, empezando por Afganistán y el este de Asia, que han tomado a Europa por sorpresa.

Después de haberle prometido a los líderes europeos que “Estados Unidos está de regreso” y que la diplomacia multilateral sería el eje bajo el cual operaría la política exterior de Estados Unidos, Biden ha enajenado a varios aliados con un enfoque de hacer las cosas por sí solo en temas clave. El Ministro de Asuntos Exteriores de Francia indicó una “incomprensión total” frente a esta decisión, la cual calificó como una “cuchillada en la espalda”, y el Jefe de Relaciones Exteriores de la UE se quejó de que no se consultó a Europa previamente.

Francia podría perder un acuerdo de 100 mil millones de dólares para construir submarinos de diésel para Australia bajo los términos de dicha iniciativa, ya que en su lugar Estados Unidos y Gran Bretaña los construirían con motor impulsado por energía nuclear.

El enojo de los franceses en un nivel comercial sería comprensible, particularmente porque, desde que el Reino Unido entregó el territorio de Hong Kong a China en 1997, Francia es el único país europeo que tiene un porcentaje significativo de territorio o presencia militar en el Océano Pacífico.

Pero las autoridades francesas y de la UE se fueron más lejos al argumentar que el acuerdo Aukus pone en duda la cooperación para disminuir la creciente influencia de China y menosprecia la importancia de planes para aumentar la propia defensa de Europa y sus habilidades de seguridad.

Algunos funcionarios han comparado las decisiones de Biden con aquellas de su predecesor, Donald Trump, quien implementó una doctrina de “America First”. Eso es sorprendente para un Presidente que ha estado inmerso en asuntos internacionales y quien, cuando era candidato a la Presidencia, prometió mejorar las relaciones con los aliados del país norteamericano y recuperar la credibilidad de Estados Unidos a nivel mundial.

Aunque es imposible predecir si el daño se mantendrá a largo plazo, el impacto inmediato parece haber reactivado sospechas europeas de las intenciones de Estados Unidos, lo cual podría traer implicaciones para el objetivo de Biden de unir a las democracias en contra del autoritarismo, específicamente en los casos de Rusia y China.

Hace apenas tres meses, en su primera visita a Europa como Presidente, Biden fue aclamado como un héroe por sus homólogos ansiosos por ir más allá de las tensiones transatlánticas de los años de Trump. Pero esa sensación se ha desvanecido para muchos, y Angela Merkel, con quien EU limó asperezas recientemente, está a punto de terminar su gestión.

Las semillas del descontento pudieron haberse plantado en primavera pero empezaron a florecer en julio cuando Biden estuvo de acuerdo con un gasoducto que irá de Rusia a Alemania, la cual no pasará por Polonia y Ucrania, y un mes después cuando en agosto el Presidente retiró las tropas estadounidenses de Afganistán a pesar de que Europa se había pronunciado en contra de la retirada.

Apenas esta semana, Biden hizo enojar a Francia y la Unión Europea cuando anunció que Estados Unidos se uniría al Reino Unido, que se retiró de la UE, y Australia para hacer una alianza que busca contrarrestar la creciente agresividad de China en la región.

Como era de esperar, China reaccionó con enojo, acusando a Estados Unidos y a sus socios de habla inglesa de embarcarse en un proyecto que desestabilizará el Pacífico en detrimento de la seguridad global. Pero las reacciones de París y Bruselas fueron igualmente severas. Ambos se quejaron de que no solo fueron excluidos del trato, sino que no fueron consultados al respecto.

La Casa Blanca y el Secretario de Estado, Antony Blinken, dicen que Francia fue informada de la decisión antes de que fuera anunciada el miércoles.

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