La candidata confesó sentirse “incómoda” durante el primer debate y reconoció discrepancias entre sus deseos para la candidatura y las expectativas de los partidos políticos que la postulan. “Nunca estuve cómoda, la verdad me sentí fingida”, declaró Gálvez, destacando las críticas hacia su imagen personal durante la campaña, incluyendo su decisión de usar un traje sastre blanco en lugar de prendas como el huipil con las que se siente más cómoda.
Gálvez anticipa ajustes para el próximo debate, resistiendo las presiones para adoptar una imagen más sobria. Según Ivonne Melgar, autora de Xingona, la candidata ha enfrentado tensiones entre sus aspiraciones y los deseos de los partidos políticos.
Los desacuerdos con las dirigencias partidistas se han extendido a otros temas, como las contribuciones de cada formación a su campaña. Gálvez defiende que su candidatura es “ciudadana” y se desmarca de las marcas políticas tradicionales.
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