jueves, 27 de enero de 2022

Lo que se calla en la polémica eléctrica

CDMX, 27 enero 2022.- La polémica que se ha generado en torno a la reforma eléctrica propuesta por el Presidente López Obrador frente a la reforma energética que se aprobó en 2013 promovida por el entonces Presidente Peña Nieto, no expone la magnitud de la profunda crisis energética, ambiental y climática que enfrentamos. No es de extrañar que esto ocurra en nuestro país, ya que se mantiene así en gran parte del mundo. 

Partamos del hecho de que no hay manera de realizar la transición energética hacia fuentes renovables manteniendo el actual nivel de hiperconsumo, así como no hay futuro con los combustibles fósiles que nos llevan al cataclismo climático. No podrá haber energía renovable suficiente para abastecer la demanda de producción de bienes, promovidos en todo el mundo, a partir del modelo de hiperconsumo estadounidense. 

La transición energética significa una transformación tecnológica de toda una civilización que es ya global. La energía intensiva que se requiere para extraer los minerales demandados para fabricar e instalar los aerogeneradores, las plantas de paneles solares, las plantas geotérmicas, las plantas maremotrices, etc, no podrá más que venir de los combustibles fósiles. 

La gran demanda de minerales escasos para esta transición tendrá muy graves impactos. Tomemos el ejemplo del litio requerido para las baterías de los automóviles eléctricos. General Motors estima una demanda de 38 mil 400 toneladas de litio en la próxima década, una cantidad aproximada también la requerirán Volkswagen y Daimler. La producción de litio requiere por cada tonelada 2 millones de litros de agua que en su mayor parte saldrán del proceso de producción contaminadas. 

La realidad debe ser abordada tal cual es, sin conflicto con otros intereses, con el único objetivo de poder continuar como especie en este planeta en condiciones mínimas de bienestar. Las pretensiones de presentar soluciones a la crisis civilizatoria (energética, ambiental) bajo intereses puramente económicos o ideológicos, solamente agudiza el problema. 

El asunto es que el reto es enorme y se prefiere, en muchos casos, ignorarse, y dejar que las cosas sigan en la misma dirección, sea con una opción de libre mercado o el control del Estado. La crisis civilizatoria está provocada no sólo por el cambio climático, se origina en un modelo de producción e hiperconsumo que se sustenta en esa ideología que tiene la característica de actuar como si el planeta y sus recursos fueran infinitos. El modelo de consumo que se promueve en todo el mundo es el estadounidense, es el que se publicita y entra a todos los hogares en cada rincón del planeta, es el que se expone en las ciudades, en las películas, en las series televisivas, es el que demuestra ascenso social y se convierte en aspiración, en un valor central.

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