jueves, 28 de octubre de 2021

Haitianos enfrentan una pesadilla más con toma de estaciones petroleras por pandilleros

Haití, 28 octubre 2021.- En Haití, el control de las pandillas de los accesos a las terminales petroleras lleva a un nuevo límite la vida de los pobladores de la isla, la cual gira entre caos político e inestabilidad social, que sólo dan como resultado un desencanto total.

Este país caribeño nunca produjo suficiente energía eléctrica para responder a las necesidades del conjunto de su población y, aun en los barrios más acomodados de Puerto Príncipe, la empresa pública de electricidad sólo asegura una entrega máxima durante unas pocas horas por día.

Los que pueden adquieren generadores, equipos costosos actualmente inútiles por la grave escasez de combustible provocada por las bandas armadas. La falta de diésel impide también a las empresas privadas asegurar la entrega de agua en camiones.

Como para la electricidad, los habitantes construyeron en sus domicilios sistemas autónomos para el agua, ya que la red de tuberías no cubre el conjunto del área metropolitana.

Sin ningún abastecimiento privilegiado, las estructuras hospitalarias se ven forzadas a reducir drásticamente su actividad.

Confrontados a un desempleo masivo, miles de jóvenes haitianos comenzaron a emigrar a América Latina desde 2014. Decenas de miles de entre ellos atravesaron el continente en los últimos meses, esperando instalarse en Estados Unidos, pero unos 7 mil 500 de entre ellos, reunidos a principio de septiembre bajo un puente en la frontera entre México y Texas, fueron expulsados hacia Haití por los servicios migratorios estadounidenses.

Esta ola de expulsiones masivas preocupó a organizaciones humanitarias acerca de su posible regreso a un país hundido en la incertidumbre tras el asesinato del presidente Jovenel Moise por un comando armado el 7 de julio.

Ariel Henry, nombrado primer ministro dos días antes del magnicidio, dirige hoy el país de forma interina, pero guarda silencio ante el empoderamiento de las pandillas en Puerto Príncipe, que paraliza toda actividad e impide el aprovisionamiento seguro de combustible.

"El gobierno, que sólo existe en el papel, no controla nada, ni siquiera el perímetro de sus edificios", indica a la AFP el economista haitiano Etzer Emile, para quien "la crisis de combustible es el último ejemplo de un Estado fallido".

"Como si la inflación disparada, el alza continua del dólar (sobre la 'gourde', moneda local), la inseguridad alimenticia, la fuga de cerebros, el secuestro no fueran suficientes, necesitábamos una grave penuria de combustible y un gobierno fantasma repleto de comediantes y despreocupados", afirma.

"Los dueños de nuestro destino y los que deciden de nuestra vida ya no están en el Palacio Nacional, como fue el caso bajo la dictadura Duvalier: ahora son las pandillas armadas", resume Etzer Emile.

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