lunes, 12 de julio de 2021

Ejército entra a zona indígena impactada por el crimen; miles de pobladores escapan de sus comunidades

Chiapas, 12 julio 2021.- Miles de integrantes del Ejército mexicano y la Guardia Nacional entraron al municipio de Pantelhó, lugar donde indígenas tsotsiles que se autodefinen como “autodefensas del pueblo”, trataron de expulsar el pasado 7 de julio a grupos vinculados al tráfico de mercancía ilegal y personas, quienes se refugiaron en esa cabecera municipal. Pobladores de este lugar y comunidades cercanas ubicadas en Pantelhó y Chenalhó, abandonaron sus hogares ante el temor de ser agredidos.

En el municipio de Pantelhó, la población no habla. Yésica y Gabriel son dos de las pocas personas que aún permanecen en la cabecera municipal. El 7 de julio de 2021, el grupo llamado “autofedensas del pueblo” intentó entrar para sacar del lugar a personas que ubican como integrantes del crimen organizado, quienes desde años anteriores han sometido a la población y asesinado a quienes los denuncian, entre ellos el ex presidente de la organización Las Abejas de Acteal, Simón Pedro Pérez.

Ambos grupos se enfrentaron durante más de 30 horas. Hasta que el 9 de julio, efectivos militares quitaron los bloqueos que impedían llegar a este lugar, y avanzaron hasta el edificio de la presidencia de Pantelhó.

Yésica y Gabriel llevaban tres días encerrados en su casa, escuchando detonaciones de bombas, y disparos de armas de grueso calibre, a tan solo unas cuadras de donde viven. Salieron al parque al ver a los militares y reporteros.

Accedieron a dar una entrevista a medios, pero solo dijeron que no saben qué pasó, que desconocen el motivo de los enfrentamientos, que no saben que grupos delincuenciales hay en la zona, que ellos sólo quieren vivir tranquilos.

A unos metros de donde se encontraban dando la entrevista, un grupo de unos 20 hombres corpulentos, vestidos de civil, algunos de ellos muy jóvenes, los observaban. Al observar que reporteros intentaron hablar con las personas que aún permanecen en la localidad, se dirigieron hacia el lugar donde Yésica y Gabriel se encontraban, les murmuraron algo, recorrieron el parque central y se encaminaron nuevamente hacia el edificio de la Presidencia municipal.

Yésica y Gabriel se levantaron entonces, y en voz bajita, nos pidieron borrar los videos de la entrevista, dijeron que este grupo los amenazó, que los tienen amenazados, que no quieren que aparezcan sus rostros, que no pueden hablar sobre lo que sucede en la región, que la mayoría de la población abandonó la localidad pero ellos prefirieron esperar porque no tienen familiares en otra región, explicaron antes de retirarse.

Este mismo grupo, que al decir de los pobladores los tienen amenazados, se apostaron en la entrada de la presidencia municipal, ahí entregaron a quien comandaba el destacamento militar, un oficio donde piden la presencia permanente de las fuerzas armadas.

En la calle que va de la entrada de Pantelhó al centro del lugar, las viviendas están vacías, los comercios cerrados. En una de las avenidas laterales hay cientos de casquillos de armas de grueso calibre tirados en el piso, huellas de detonación de explosivos, piedras regadas, los vidrios de algunas viviendas están rotos, y en sus paredes hay huellas de disparos.

El 7 de julio pasado, en esta región se vivió una batalla, de acuerdo a un video-comunicado que tres días después envió un grupo de indígenas que se hacen llamar “autodefensas del pueblo”, desde 2002 las autoridades municipales le han abierto la puerta al crimen organizado.

Relatan que sólo uno de los líderes fue detenido en 2019, pero ahora una familiar de él ocupa la presidencia municipal, y su esposo es el alcalde electo.

Las “autodefensas del pueblo” aseguran que viven en un “narcogobierno”, que les ha dejado un saldo de cientos de indígenas asesinados por negarse a participar en los negocios ilícitos, o por denunciarlos; el caso más reciente fue el asesinato de Simón Pedro Pérez, ocurrido el 5 de julio. “Somos testigos de los asesinatos que han hecho de nuestros abuelos, padres e hijos”, señalan.

“Así decidimos entrar al pueblo de Pantelhó el 7 de julio de 2021 a las 4 de la madrugada, no entramos para atacar al pueblo, sino para expulsar a los sicarios, a los narcotraficantes, al crimen organizado”, cuyos integrantes se refugiaron en la cabecera municipal, explican.

Refieren que esta intervención la hicieron “porque nuestra paciencia se acabó, porque en el gobierno federal y estatal no vemos ninguna esperanza”.

En el video-comunicado detallan que por ahora se retiraron de la zona provisionalmente, pero que se desarticularán hasta que los grupos criminales abandonen su región. También expresaron su desconfianza hacia las fuerzas armadas, porque consideran que protegen a sus agresores que, insisten, están coludidos en los tres niveles de gobierno.

No solo la cabecera municipal permanece semiabandonada por la población. Pobladores de comunidades cercanas de Pantelhó, y del municipio vecino de Chenalhó, también abandonaron la zona.

Las puertas de las viviendas fueron cerradas de improviso, afuera quedaron gallinas, perros, la ropa tendida en los patios. Los que pudieron salieron desde el 6 de julio, pero otros más han salido en los días subsecuentes, a pesar de que las fuerzas armadas quitaron los bloqueos que había para llegar a la zona, se instalaron en la cabecera municipal de Pantelhó, y hacen recorridos en la región.

En uno de estos caminos, ubicado a 10 minutos de la comunidad Acteal, miles de casquillos de armas de grueso calibre también se encuentran en el piso, evidencia de los enfrentamientos que se vivieron. Estos casquillos son de los disparos que hicieron los militares el 8 de julio.

Se difundió el rumor de la muerte de más de 20 personas por estos hechos, pero ninguno de los grupos reconoce tener estas bajas, ni las personas a las que acusan de pertenecer al crimen organizado, ni de las “autodefensas del pueblo”. Nadie ha visto a personas muertas en las batallas de días recientes.

Lo que sí se observa en los caminos, son camionetas de redilas con indígenas cargando las pocas pertenencias que lograron sacar de sus viviendas. Niños, niñas, mujeres y hombres van a bordo, observan con temor el camino, bajan apresuradamente y se refugian en iglesias, o en los pueblos donde consideran están relativamente seguros, y donde les han abierto sus puertas.

“No graben, no graben”, nos piden, dicen que tienen miedo que sus agresores los reconozcan en los videos que se difundan en medios de comunicación. Solo algunos, los que viven más alejados de la cabecera municipal de Pantelhó y de la zona de influencia donde ubican a personas que pertenecen a grupos criminales, aceptan contar lo que sucedió.

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